viernes, 31 de julio de 2020

De las canciones que llegan a un lugar que no sabías que existía

Había allí, detrás de las ramas del cañaveral, rayos blancos arrojándose sobre ojos bien abiertos. Eran los míos, conmovidos de repente por la dulzura de los tallos brotando en la parte baja del tronco de los limoneros. Olía a almendras tostadas, quizá fueran fresas o la carne creciendo de un bebé amado.

Desde el acantilado, después de unos pasos, la luz intermitente de un faro encendió el llanto, el nacimiento de un río desconocido inundó la hierba. Y los peces en bandada. Y los diez pájaros más bonitos del mundo. Y las sábanas recién tendidas al sol y el sonido de las hojas el seis de octubre y mi madre haciendo un bizcocho cuando tiene ganas de gritar. 

De vuelta, al apartar las cañas, todas las pinchas de un cactus de dos metros de eslora me arañaron eso con lo que ahora ando escribiendo esto. 

Ese fue exactamente el lugar que encontré en mí cuando sonó aquella canción que me recordó tanto a ti.


2 comentarios:

José A. García dijo...

No sé qué sería más fácil, erradicar las canciones asociadas a los recuerdos, o los recuerdos asociados a esas canciones.

Algunos dirán que es lo mismo, pero no, no lo es.

Saludos,

J.

Nebroa dijo...

Yo no erradicaría ninguna de las dos cosas!