sábado, 17 de julio de 2021

De la dificultad de ver en la oscuridad

 Detrás de la apariencia del cactus hay un líquido sensible que muy pocos pueden ver. Se quedan en las afueras los transeúntes que una vez soñé que querían quedarse a vivir. Tienen los humanos la carencia del observar, estar, solo acompañar. Muchos parecen querer cambiar mis estados de ánimo, 'relájate', le dicen a mis forcejeos, 'no estés triste' a mis lágrimas, 'qué rara estás' cuando me salgo del personaje rígido que hicieron de mí sin saber de mí.  

Todos los hombres que frecuenté se empeñaron en obviar la sombra más sombría de mi oscuridad. Ahora que me permito aparecer cuando anochezco, aún no di con aquellos que se permiten lo mismo. Coge la vida un tiempo para equilibrar y van cayendo quienes no tiemblan de manera similar. Mientras tanto sigo eligiendo la soledad cuando soy madrugada, me reconozco cactus tembloroso, tan aturdida por las circunstancias que aún no puedo enderezar el timón. Suelen abandonar el barco o si se quedan, gritar desde la proa que no lo estás haciendo bien. Como si no fuera suficiente el movimiento interno como para añadir el vocerío de un público ajeno que sabe mucho de teorías y muy poquito del verbo vivir. 

Qué más querría yo apaciguar las tormentas, respirar, salir y mostrar de nuevo el cielo donde puedas volar. No es cierto... Qué más querría yo que me abrazaran cuando no tengo cielo ni espacio ni pájaros ni viento para las alas de los demás. 


1 comentario:

José A. García dijo...

La soledad bien entendida es apacible y necesaria. Que se jodan todos los demás-}.

Saludos,
J.