viernes, 4 de junio de 2021

Intacta

 No puedes, todo el rato, huir del incendio. Puedes, si acaso, fingir que nada arde, escribir acerca de cenizas y ruinas y prender cerillas en un cuerpo ajeno. Funciona, créeme que funciona durante algún tiempo, me refiero a contarte un cuento, por ejemplo, donde fuiste protagonista en el pasado y hables del amor sincero, trabajado, transformado y en el que al final digas lo de bueno, eso ya pasó, ahora todo es mejor. 

No puedes, todo el rato, creerte las verdades que te has contado para sobrevivir, el decorado, las guirnaldas felices, una guitarra nueva, oh, todo eso ya no, trascendí el infierno y conseguí hacer parte de mí aquel amor. 

¿No oyes, en medio del río, las carcajadas? 

¿No oyes el blablablá al final de tu palabras?

En mí reventaron los mismos cascabeles, el fuego del que te hablaba arrasó con la nueva realidad que parecía tan verdad. Quizá para ti no sea igual y no te pase que de repente en medio de un ataque de tos te salga el amor como una fuente buscando al hombre de siempre. Es así, a veces, que levantas las hojas que en otoño dejaste perfectamente colocadas y ahí estás, con las ganas intactas, tan cruda, tan tierna, tan enamorada. 


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