miércoles, 28 de abril de 2021

La única cosa que continua en lo que no

 En algún momento del tramo averiguarás que ni esto ni aquello ni lo de más allá te sirve para continuar. Sabrás, de repente, que las herramientas que creías propias, por mucho que las muevas, las gires, las ocultes o las modifiques, podrán llevarte a los nuevos lugares que empiezas a soñar. 

Es caótico, aparentemente doloroso y con aspecto de enfermedad terminal. Pero es ahí, en el transcurso del aparente túnel, en el pozo sombrío, en la sala de espera de vete a saber aunque tú sí sabes qué es, que un hada madrina, un búho mágico, un duende saliendo del bar o la tercera frase de la canción que suena en tu radio mental, te irán contando la nueva verdad. 

Que todo es transformación, que a veces solo consiste la encrucijada en mover unas piezas pero que otras, son las raíces las que tendrán que ser deshechas. Que de nuevo a plantar, que de nuevo a mudar desde la piel al esqueleto, que de nuevo volver a amanecer. 

Y será en estas en las que tu alma grite más fuerte y más poderosa y más voraz. Es tiempo, no solo de desaprender ideas, es tiempo de morirte cuatrocientas veces en una sola vez y encauzar de nuevo una meta que ni siquiera puedes nombrar. 

Quiero eso, lo que solo yo sé aquí dentro. Quiero eso. No sé cómo voy a llegar, pero estoy segura de que apenas me servirá para ir allí, el centro del epicentro de todas las cloacas que visité, el núcleo firme desde donde he visto toda la vida pasar. Eso es lo único que permanece, eso que soy más allá de todo lo que aparento. 

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