domingo, 9 de mayo de 2021

Los pulmones de los muertos

 Ahora los pájaros llevan cadáveres colgando, tienen nuestro aspecto y deambulan con el viento, vuelven del pasado en aquel cielo y caen en picado sobre mi copa de cerveza. 

De repente estamos ahí, esparcidos en la mesa del bar de abajo donde me divierto y río y me descojono de las cosas que no pasan y de las cosas que les pasan a otros y del resto de cosas que se mueven. 

Nosotros, congelados, con ojos de peces muertos, no nos movemos, pero estamos invadiendo el espacio donde antes solo había cañas y cubatas y aceitunas en un plato. Ceden las risas el espacio a un silencio que nadie escucha salvo yo mientras la nostalgia aparece y la pesadez de la ropa se vuelve incómoda y quiero salir corriendo al lugar donde fuimos, una vez, ese poquito de amor que tanto echo de menos. 

Es sábado y en un mensaje se escribe un te quiero insulso, vacío, repetitivo y carente de oxígeno. No significa nada que no sepamos, lo leerás el lunes y ya habrán vuelto los pájaros de este cielo a volar anchos y esbeltos sobre las rotondas de la ciudad donde ya soy otra, valiente y con la frente despejada y abierta al mundo recién creado. 

Pero anoche, de nuevo, los cadáveres respiraron. 

1 comentario:

José A. García dijo...

Algunos cadáveres si que no saben cuándo darse por vencidos (o muertos).

Saludos,

J.