jueves, 18 de marzo de 2021

La ola que no se quedó

 Debe haber un valle hecho de flores y aliento, de almendras dulces y trescientos millones de las formas que adquieren los copos de nieve. Debe existir un mapa azul con recorridos curvos, con árboles agitándose tan livianos como las hadas que saltan de copa en copa felices, desnudas, ardientes. 

Debe haber un mundo al que van los amores que nos abandonan, los que una vez nos transitaron y habitamos valientes... tan efímeros, tan transeúntes, tan escurridizos como este que amaneció hace unos meses... el que se está yendo, el que se hace pequeño, el que muestra más de estela que de centro, como este que se aleja y que atardece y que sigue desapareciendo. 

Quiero ir al valle, traer de nuevo aquí aquellas ganas, el deseo y erizarme, ir al valle a pedirle al amor que vuelva, que se quede más tiempo, más tardes, más anclado. 

Pero el amor se está yendo y yo, por más que llore y no quiera, estoy volviendo de nuevo a quedarme huérfana. 

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