martes, 1 de septiembre de 2020

Las dudas encarcelan la libertad

 Me abruma la existencia, como si de repente tuviera un peso descomunal sobre mi cabeza, me abruman las decisiones, el no saber, el no conocer. La mente queriendo atar, los pensamientos disparándose por las esquinas, asaltándome en mitad de donde quiera que esté. 

Me pierdo, de nuevo, entre el humo, la niebla, o todo aquello que me quiera inventar para explicarme. Me siento 'lejos', abrumada, con barro hasta las orejas y sin poder respirar. 

Han caído las luces que me sostenían, las que inundaban mis pasos de todo da igual porque me voy a morir igual. No sé qué hacer, qué emprender, dónde refugiarme de la intranquilidad. 

Otras veces funcionó el rendirme, el ya está, esto es lo que es, esto es lo que hay. Y por ahí sigo, en medio de una catarata feroz llena de voces diciendo por ahí no. Por ahí tampoco. No sabes, no entiendes, te vas a volver a equivocar. 

Ayer sentía belleza, el gozo de la libertad. Pero de nuevo los fantasmas, el monstruo de la duda golpeando mi bienestar. 


2 comentarios:

José A. García dijo...

La duda es el símbolo de la vida, la única certeza es la muerte y, después de eso, no hay posibilidad de cambio.

Saludos,

J.

Nebroa dijo...

Ah... o vete a saber, porque después sí que no tenemos ni idea de qué... Ahí no es que haya duda, es que es incertidumbre total.