domingo, 16 de agosto de 2020

No te puedo mostrar el lugar donde mejor vivo

 Una y otra vez he de volver al centro, no puedo decirte dónde está, en qué lugar de mí nace o si más bien soy yo la que existe desde ahí. me contiene a mí y no al revés. 

Una y otra vez sé que la dirección es esa, sentir el río rugiendo, mis propias ramas en movimiento, la capacidad de alzar el vuelo aunque no vuele, la esencia misma de sentirme viva. 

Miro fuera, me pierdo en la vastedad de los que me rodean, en los mecanismos que los gobiernan, busco explicación a sus conductas. Sé que me pierdo porque ninguna de las conclusiones a las que llego me hace sentir lo mismo que siento cuando solo observo. Cuando soy. 

Interviene la mente y sus ideas, a veces rígidas y otras tantas de maleabilidad aplastante. Me pierdo una y otra vez, no se puede fumar, no te puedes reunir, no puedes gritar, no puedes abrazar, besar ni revolcarte en el césped artificial del centro de la ciudad. Me pierdo. 

Vuelvo a mí, a lo único que no podrá llevarse este naufragio con pinta de destrozo irremediable. Vuelvo al olor de las flores o mis pies descalzos atravesando el salón para abrirme una alhambra bien fresca. Fumo en mi terraza y miro las estrellas y la majestuosidad con la que me rodean. Soy una ínfima forma de vida que se transformará en cualquier otra cosa un día de estos. Eso, eso que lo sabe es a donde vuelvo una y otra vez para saberme vida y dejar de ser un cadáver más entre todos los demás muertos. 

1 comentario:

José A. García dijo...

Siempre es mejor conservar algunas cosas sólo para uno mismo, aunque más no sea el sonido del silencio.

Saludos,

J.