domingo, 9 de agosto de 2020

La cárcel invisible

 Ya estás en ese lugar que tanto temías, o querías, aún no lo sé. Ya estás en ese lugar donde puedes ser gobernado, incitado, protegido, manipulado, engañado y exento de cualquier responsabilidad. Ya cogieron la punta de las cuerdas que te atan, ya no te escapas, bajas la cabeza mientras levantas la voz agradeciendo los cuidados. 

Ya estás aquí, en un campo de concentración al que entraste queriendo. Ya no hay manifestaciones en contra de la esclavitud porque quienes iban a asistir creyeron que la libertad era esto, el discurso del encierro por tu bien, el confinamiento por tu bien, la mascarilla al aire libre por tu bien, las pruebas por tu bien. Eliges, en apariencia, la libertad que el carcelero te repitió. Pedir fuera, exigir fuera, gritar fuerte por las soluciones que alguien dijo que iban a funcionar. 

Ya estás aquí, juzgando a los que se inquietan ante la falta de autonomía e individualidad. El estado es el papá que sabe lo que te conviene y te repite que es por tu bien. El que no te deja estrellarte en medio de la vida, el 'te lo dije' en las pelis de adolescentes. Sucumbes sin saber que lo haces. Te mantienes erguido perpetuando la atrocidad de no dejar hacer lo que cada uno quiera hacer. 

Ya estás en ese lugar. Lo peor es que también es el mío aunque yo no quiera estar. Escapar es posible, pero no ahora, no desde aquí. Tal vez llegará eso, la puerta de salida que unos pocos atravesaremos a la mínima posibilidad. Pero este es nuestro lugar ahora, el inhóspito planeta donde unos mandan mientras el rebaño se acaricia la lana que alguien esquilará. 

Este es el lugar. 



2 comentarios:

José A. García dijo...

Escapar, bien, se entiende. Pero... ¿dónde?

Saludos,

J.

Nebroa dijo...

Esa es... la pregunta. Que lo único que se me ocurre es... ¿Hacia dentro?