lunes, 17 de agosto de 2020

Más adelante sabrás que lo de ahora no es verdad

 Una y otra vez es la vida un libro que no cesa. En el capítulo 16 te enteras de que los últimos cuatro no eran del todo verdad. En esos, creía yo que me acompañaba un personaje con el que hablaba, dialogaba, conversaba. Creía estar acompañada en unos términos y pautas de verdad, sinceridad y entrega en las conversaciones que doy como válidas y aceptadas. Creía que lo que ocurría estaba siendo cierto, entre otras cosas porque me encargué de decir cómo me gustaban las relaciones, libres sobre todo, en las que cada uno muestra su punto de vista sin cortapisas, una relación que sirve para encontrar respuestas dentro, para abrir el canal que nos une con las afueras y expresarnos. 

Cuatro, ocho, diez capítulos atrás, me basaba en eso, un pilar verdadero del que creía gozar. Pero no. En el capítulo 16, el personaje dice que no, que todo, o mucho, era mentira. Que expresó aquello que yo parecía querer escuchar, que muchas veces no pensaba como contaba ni le parecían bien cosas que dijo que ni de coña. 

En el capítulo de ahora entiendo las rarezas que sentía antes, recuerdo escuchar a mi padre en conversaciones con mis hermanos, diciendo cosas que no había dicho delante de mí, las contrarias incluso. Me preguntaba dónde mentiría él, si allá o conmigo. Por la cercanía que yo percibía, sentía a veces que fingía con mis hermanos y que conmigo decía la verdad. Pero no. Me equivoqué en la percepción.

Hoy, más real que nunca, ha expresado, digo yo que esta vez con verdad y sinceridad, que muchas veces dice lo que él cree que quiero escuchar. te doy la razón para no liarla, dice. Así que un muro caído ante mis pies, un muro ilusorio en el que a veces me subía a mirar el resto de cosas. Cuando una mentira sostenida en el tiempo termino por verla como verdad, se me queda una sensación amarga. Creer que... y enterarte de que no. 

Me jode y me entristece, me jode la vil manipulación para con los demás, vender una imagen, mostrar un disfraz, exponer una careta que me deja sin saber con quién me he relacionado antes. 

Y así, la verdad, vuelve a quedar como una piedrecita que se mueve en el péndulo de la conciencia. Que no se queda quieta, que va y viene, que viene y va. Es la creencia de que algo de lo que vivo es certero lo que me provoca este agrio sabor en la garganta. Haber vuelto a confundir las sombras con la realidad. El baile de máscaras provoca un mundo sangriento en el que no sé dónde estoy, qué soy ni a quienes tengo a mi alrededor. 



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