jueves, 16 de julio de 2020

La frialdad de los amores

Puede que allí, en el fondo de este jueves, siga viviendo el amor que sentíamos, al menos el mío. Puede que allí, después de colgar, esos dos minutos ni siquiera hayan rozado el te quiero de hace unos días. Han pasado cinco y seis, no sé, de aquel mensaje en el que te decía que, libre, cada vez más libre, me gustaba rebozarme en tu carne y en la soledad. Tu silencio, torcer la cara, no sostener la mirada y la incomodidad abrieron de par en par las puertas de mi lejanía del mundo. 

Eres alguien que, desprovisto de rutina, tareas y pseudo obligaciones, riega de calma y risas las orillas de este río que siempre avanza. Luego, en los papeles de siempre, en la conducta habitual, todo se desmorona. Ya no miras como mirabas ni acaricias como me acariciaste aquel día. El amor queda relegado a expresarse en un trocito de una semana, un oasis quizá o tal vez solo sea una estación de trenes partiendo siempre a otros destinos. 

Aquí nadie se queda ni permanece más de un día y todo está bien así, como el mar regando las orillas que te conté un día, como las aves volviendo a las ramas y flotando luego en el oxígeno que da no sostenerse en ninguna. A mí también me gusta así, desprovistos de cadenas, amarnos solo cuando el amor amanece. Pero sigo preguntándome si todo esto es solo mío. Que quizá para ti toda esta poesía solo sea palabrería, que tú lo que quieres es un cuerpo conocido, cómodo y generalmente disponible donde esparcir tensión en forma de esperma de vez en cuando. Para mí sigue siendo esa otra cosa, agua fresca, abrir compuertas y dejar a la vida atravesarnos saliendo serena y esbelta de su celda. 


1 comentario:

Bubo dijo...

El simil de los amores con el fuego me gusta mucho. Primero la chispa, esa que incendia, que es solo un momento y a partir de ahí viene el fuego, lento, pequeño al principio pero que puede quemar grandes superficies. Cuando se va consumiendo la llama quedan ascuas, las que calientan y son confortabables, las que hay que remomver, de vez en cuando, para que no se apaguen y añadir algún trozo de madera más. POr que si nos despistamos, después de las ascuas solo quedan cenizas frías y entonces... lo mejor es limpiar la chimenea y prepararnos para hacer otro fuego.