Pero mientras duermes y créeme que continúas durmiendo a sabiendas, el miedo va expandiendo sobre ti sus agallas, te están anudando el alma, te están inutilizando (guiando) la conciencia; atenazado, acobardado y sometido, pides protección, amparo y la falsa seguridad que pueden darte quienes sí saben lo que hacen.
Pero sigue durmiendo, hazte el muerto como hasta ahora. Las noticias suenan a nana cantada por una madre que resulta ser una madrastra. Vas a tener los bares y esa mirada a tu cuenta bancaria cada mañana. La repetición de las mentiras aprietan cada vez más los nudos y sigue el miedo campando a sus anchas. Te crees libre porque gritas desde los balcones exigiéndole a uno que parece despierto que se vuelva a la cama.
Mira, si aún puedes, tu alma adormecida, mira al miedo conquistando dos flancos que ya tiene cubiertos, no quiero morir, dices, no quiero que me multen, añades.
Ya estás lleno de nudos en la garganta, ya sobre-vives (esa forma tan habitual de morirse), ya ni siquiera te mueves salvo para agitar enérgicamente tus brazos cuando alguien sigue, al menos, dudando de las órdenes.
Se ha creado un ejército de cobardes a los que podemos seguir llamando héroes, están por todas partes, lo dicen en la tele, has salvado el mundo sin moverte de casa. Es una gran lección para más adelante, ya la tienes instalada, es la vacuna de la sumisión, de la inactividad, el registro perfecto que relaciona en tu mente que estarás mejor cuanto menos hagas.
Eres una ínfima pieza formando parte de una maquinaria controlada.
Mira tu alma, ¿la ves anudada?
1 comentario:
Una derrota sin haber tenido la oportunidad de luchar.
Saludos,
J.
Publicar un comentario