Tengo la absoluta certeza de que tu mundo interior es tan sumamente extenso que si albergas la capacidad de hundirte, tendrás en el lado opuesto la seguridad del alzamiento. Que uno no baja a ningún lugar desde el que no pueda volver a subir. Que si lloras con desconsuelo en el otro rincón habita la sequía en la que apoyarte para remontar.
Tengo también la absoluta convicción de que esta falta de amor que a veces siento está colmada ya en algún otro montoncito de lo que soy. Que aquello que busco está servido, que lo que quiero colmar ya está lleno desde hace siglos.
Pero ambas convicciones están a oscuras y solo a veces, un espasmo. La verdad me atraviesa y vuelve a desaparecer. El resto del tiempo, deambulo. Corro en la búsqueda o ando huyendo de no sé cuántos agujeros. Y siento doloroso el continente sin percatarme del contenido.
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