lunes, 11 de noviembre de 2019

Hablan del amor los que no saben nada de él

Si sabes mirar, el movimiento de los cuerpos va contándote la historia que los gobierna. Una pierna encima de la de otro, unas manos perdiéndose en el pelo, diez dedos quietos o el aspecto de un cadáver cuando uno de los dos se queda durmiendo.
La distancia que se escoge y hasta el escalón donde se tropieza te cuentan, no solo dónde ha decidido situarse el otro sino, y con mucha más precisión, dónde ha decidido clavar la mirada el que observa. 

Si no veo unas manos tocándome, si no veo un cuello abierto ni un desnudo integral de emociones surgiendo, pronto adivino el miedo o la cautela, la prudencia o el ritmo lento de un hombre tranquilo... pero lo que se muestra como mi propio libro abierto por la página del centro es una fina y sutil manera de mostrar mi propia carencia. 

Esta falta de amor, esta sensación errónea desde que soy conciencia, pone la atención ahí en vez de sentir los besos, tus ojos clavados mientras me seco o que quisieras irte a las diez y terminases yéndote alrededor de las doce. 

Todo sirve: lecciones a raudales para los aprendices. Lo que quiero, sobre todo, es aprender a verme mejor y no tener tanto miedo a que alguien se quiera asomar a este universo interno. 

No hay comentarios: