domingo, 10 de noviembre de 2019

De cuando era un montón de peces asustados

Tengo la coraza agujereada y voy rociando de azul cualquier pantano enamorado. Aquí no entra nadie, es cierto, no caben, no hay hueco, única dirección para el amor; de dentro hacia fuera es más cómodo surfear. 

Analizo, observo un poco, invento otro tanto, suelto, digo, escribo. Veo, leo y escaneo al de enfrente, ¿Sabes qué pasa? Que si todo el tiempo lo lleno de ti, menos espacio dejaré para que me veas a mí. 

Y así es como monto escenas, películas enteras y me anticipo a finales que no dejo ni siquiera  surgir de manera natural. Yo los fabrico, yo los construyo, la forma da un poco igual, siempre me aseguro un modo sutil de acabar, echarle la culpa al otro y continuar. 

Boicoteo mi propio desarme, nadie quiere verlo, es cierto, pero si acaso alguien llegara a mirar, mucho antes me habría escondido yo analizándote aún más. Notar que alguien siente interés es tan placentero que ahí está mi propio truco, lo muestro con descaro, a bocajarro, exagero mi percepción y ya tengo otra presa lista para descuartizar. 

En realidad la descuartizada soy yo sin dejar que nadie me quiera, sin dejar que nadie me lea, sin dejar que nadie me conozca de verdad, si lo hicieran verían cuán grande puede ser el mar, y ¿sabes qué pasa en realidad? Que a veces tengo miedo de que si alguien llega, no quiera aprender a nadar. 

Quédate conmigo el rato que quieras, tengo muchas ganas de mostrarme de verdad. Si te asusta tanta agua esta vez no voy a convertirme en tierra áspera, en desierto elaborado, seguiré meciéndome en el océano aunque tú decidas no aprender a bucear.


2 comentarios:

José A. García dijo...

Alguien encontrarás que le guste ahogarse sin más.

Saludos,

J.

Nebroa dijo...

Sip... Ahogar no es el verbo más adecuado! jajaj Pero te entiendo!