miércoles, 7 de agosto de 2019

Ser

Me recorre la amplia extensión de estar viva, las lágrimas caen y amo a ese señor de noventa y seis años que aparece en un video de internet. Cierro los ojos hambrienta sin tener ni una pizca de hambre, la sensación intensa de ser un contenedor, un planeta, la vía láctea y todo el espacio que cabe en ella. No tengo hambre porque todo me ha sido servido: la percepción.

Vuelvo a mi blog a escribir algo que se asemeje, a traducir lo que ha ocurrido en un solo instante aquí dentro, si es que el 'dentro' tiene algún sentido esta vez. He desaparecido para ser el señor de los noventa y seis y la vida habitual que corre fuera de casa, mi madre cocinando, una sirena sonando, alguien cobrando lo que le debían, la esperada noticia en los pasillos del hospital.

Ser la vida entera y querer contarlo es la mayor de las utopías. Pero quería intentarlo. 

1 comentario:

Recomenzar dijo...

no lo intentes crea balance y con balance vida