viernes, 2 de agosto de 2019

La longitud del desamor

Qué iba a saber yo del tamaño del color negro, del largo de las algas que siguen colgadas. Cómo iba a saber yo que los días y sus mañanas y sus jodidas tardes se enredarían con las madrugadas y los amaneceres y la puta madre que los parió. Que ibas a durar tanto, que sin estar estarías, que no sé cuántos siglos después iban a parecer cinco minutos esperando en la cola de esta noria que no termina de subir. 

Qué iba a saber yo de tu cara constante, de tu risa habitual, de las henchidas grietas en todos los palos con los que machacaste el corazón. Que sigan aquí, como si todo fuese ayer, que sigan aquí, joder, aquí, joder. 

Qué iba a saber yo de tiempos largos, de túneles que no acaban, que si pozos, que si cuervos, que si grillos, que si noche cerrada y que dónde está el arranque, la línea de salida, el empezar otra vez. 

Toda la existencia con su guinda, con su aspersor regando el jardín contigo, contigo, contigo. Con el tú que me inventé, eso sí lo sé. Pero no sabía yo que cuesta más trabajo deshacer una ilusión que asumir cualquier otra verdad. 

No hay comentarios: