domingo, 18 de agosto de 2019

Libres

Pueden treinta horas y cuatro piernas llenar de sexo los árboles y las aceras, puede el presente remover el pasado en las tostadas y puede llenarse una voz a las tres de la madrugada si al otro lado del teléfono dos oídos también hablan. 

Puede un día y medio poblar de aromas las alfombras, ventilar un corazón cansado y oxigenar al que dice que lo necesitaba. Pueden quinientas palabras a tiempo arrancar del olvido un recuerdo y ponerle boca y lengua y pelo corto a una cara excitada. 

Puede la mente inventar sinónimos; empotrar si hablamos de camas, taladrar hablando de barras, ser aniquilada y asolada con más amor del que nunca me han dado y colgar el cartel de averiado un bar que, tal vez, descubramos un mañana. 

Pueden dos humanos vibrar separados, pueden vibrar lento por dentro, pueden latir y notarlo en las venas hinchadas y pueden estar contentos sin saber ni cómo ni cuándo ni el por qué de algunos milagros. 

A la vida, para ponerse guapa, le bastan tres lunares bajo un vestido verde y unas gafas de sol regaladas. A veces la ves moviendo el pelo incluso en las cabezas de quien no lo tiene y te sorprende, libre y alegre, metiéndose en la piel de los que se re-conocen después de veintiún años y ocho miradas. 

2 comentarios:

Bubo dijo...

Con tres lunares y unas gafas la vida se pone guapa pero gustosa... ¡Con esas treinta horas que nombras!

Eso debería ser obligatorio cada año al menos. Una sesión, en ese plan, que te de alegría de vivir para varios meses.

Nebroa dijo...

A que sí, Bubo!? Nota uno la vida dentro, vibrando intensa! Luego ya se ve dónde queda el agua que salía intensa y gloriosa, pero ay, la vida!