sábado, 8 de junio de 2019

Huir de lo imaginado

¿Sabes? Hay quien sale corriendo cuando empieza a oír rugir al lobo. El de dentro, me refiero, el que abre puertas y toca cascabeles y abre presas y diques y puentes. Hay quien sale corriendo en los previos, en el antes, en el por si acaso. Quién no se atreve ni se arriesga y prefiere atreverse y arriesgarse a morir a cada instante mientras sigue, tan inquieto, respirando. 

Hay quienes cuando le tocan el vértice izquierdo de los latidos, prepara las piernas y las alas y en la carrera deja desmembrada la carne nueva que iba a parirse allí, en el descampado de los amores si se hubiera quedado. 

Hay para quienes es incómodo el desnudo integral de emociones descubiertas, quien tiene miedo a lo que ni siquiera ha vivido, a quién imagina un monstruo en las relaciones íntimas y no se da cuenta de que el director que creó la película es el mismo actor que ahora corre despavorido. 

Hay quienes no se quedan en los acantilados porque no saben que apenas eran bordillos de aceras de carreteras de arena. Quiénes se esconden, huyen y sin embargo alardean de amar la vida más que a sus propias suelas. Pero es mentira todo; ellos y los ellos que hubieran descubierto de haberse quedado, enamorados, al descubierto.

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