La verdad de las metáforas

Hoy es tres de mayo, es un buen día para nacer. Lo que tiene nacer, cuando ya has nacido me refiero, es que primero debe haber una muerte. Morir a lo que no es, a lo que no fue, a la ilusión. ¿Sabes lo que es una ilusión? Una idea, un pensamiento. Humo. 

Es un humo que puede hacerse tan denso como el osmio, que acabo de buscar en google que es el más denso de los minerales terrestres. Pienso que en otro planeta debe otro mineral más denso. Ese es el que me serviría a mí de ejemplo para este texto, para hacer entender al que lee el peso del que estoy hablando. 

Una ilusión puede convertirse en tu vida, empieza transparente y termina haciendo de filtro para todo lo que tocas. Inundó mi relación o como quiera que se llame aquello. Tal vez esté inundando la tuya. Ilusión es, por ejemplo, el hombre que yo inventé. Tenía la cara y la barba y los ojos y las piernas de quien a veces aún añoro. Pero yo no añoro al que está respirando ahora en cualquier rincón de Murcia, no añoro al que miente, al que juega, al que manipula. Yo añoro mi ilusión. 

Y es una jodienda, con todas las letras. Es un duelo tan doliente como el más real de todos los lutos. Tienes que desprenderte de algo que no hueles, ni ves, ni oyes. Que no se puede tocar ni saborear. Soplas y soplas para ahuyentar el humo pero resulta que el humo está formado de pequeñas partículas sólidas, que también lo he buscado en google, que resultan de la combustión INCOMPLETA de un combustible. Pues eso, lo que yo decía. Que el humo se disipa pero que hay partículas sólidas por todas partes. 

Al final lo que haces es nacer, claro, re-nacer y toda esa mierda. Pero con esas partículas suspendidas en el corazón o como quiera que se llame a eso que bla bla bla. Supongo que el parto no va a ser limpio ni puro ni pleno y otra vez bla bla bla. Pero hablemos claro, lo de nacer y lo del humo son metáforas y lo de morir también. Solo quería escribir esto para verter aquí las partículas sólidas que me están jodiendo el corazón.