domingo, 10 de febrero de 2019

A los que confunden el juego con el reino

Pero tú no quisiste que yo pudiera escribir poemas, canciones, pintar corazones, amaneceres y abstractos donde todos vieran lo bonito que puede ser el amor.
No quisiste darle peso y solera a lo de si dos quieren, claro que pueden. No quisiste equilibrar el péndulo, poner ganas en el otro extremo. Ganas, ¿alguna vez supiste de lo que te hablaba? Tirar del barco, construir un imperio, labrar la tierra. 

Tú hablabas de arena, ni siquiera querías cortar el césped; abandonabas el jardín mucho antes de haber sembrado. Tú no quisiste verdear el infierno que atravesábamos, soplar fuerte, ondear la cometa, despojarte de cadenas. 

Apostaste en otro tablero, y brindo por los libres que deciden hacerlo.
La diferencia es que los honrados no patean, descuidan, golpean ni clavan machetes en el anterior juego. Tienen alas que acarician sin dañar los aeropuertos desde donde inician el vuelo. 

Jugaste a todo, riéndote del resto. La vida sigue, decías después de haberme pisado.    


No hay comentarios: