lunes, 11 de febrero de 2019

Juncos

Pero tenemos el rock y el silencio antes de los aplausos. Tenemos la química que nadie entiende, la que hace que nos gustemos, que aún siendo feos, alguien nos vea bellos. 
Tenemos los columpios y hasta las enredaderas mentales que, bien observadas, pueden ser tiernas. La compasión, los abrazos que arrugan mapas y un salón con grandes ventanas dando al mar en el centro de la ciudad.

Tengo esperanza, tengo una mezcla de apatía y desgana, tengo deseos con los que ya no me peleo y ganas de follar. 

A las alas les debo este momento, soñar con eso, con los suburbios de la vida, el dinero, ¿vamos hoy al cine? y un montón de leña apilada en el trastero. 
Tenemos a Serrat, a Ruibal, esa mierda de canción que siempre me va a recordar a ti y unos vaqueros sin estrenar. 

Tengo este instante, como un lienzo, como un mandala, como un laberinto, como el bosque que Isabel me manda por whatsapp. Ganas de nuevo, ganas de estreno, ganas de lo que no cuento y algo parecido al miedo que me da que no nos encontremos. 

Tengo el futuro; claro que hay vida después de este entierro. Tengo la confianza de que mañana ya no estaré tan muerto. Que poco a poco va alumbrando el sol este duelo. 

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