sábado, 12 de enero de 2019

Qué sería de mi soledad si no pudiera contártela

Pienso en lo que me gusta estar sola e irremediablemente después me aparecen las ganas de contárselo a alguien. No sé qué sería de mí sin vosotros, los míos. Y qué sería de mí si mañana, después, el jueves por la noche, no hubiera alguna otra mirada a la que taladrar con la mía. 

Me han puesto una chimenea en casa, un regalo. Dos regalos. Tres. He hecho un par de fotos para enviársela a ellas, a mi sobrina, a Ángel. Cuando se han ido mis hermanos y se han ido mis padres y me he sentado en el sofá a mirar el fuego, lo que yo quería era compartir es milagro, ese momento, ese instante. Venid a cenar. Abrimos vino y hablamos y me decís si eso que veo es humo o es que estoy obsesionada como siempre. 

Compartir. Le digo a Estefa que ¡quizá la peli 'hacia rutas salvajes' me tocó demasiado! No lo sé. Supongo que al director le debió pasar algo parecido. Que una vez que sabes que siempre vas a estar sola, que todos los humanos lo estamos en el fondo de los fondos, lo único que quieres es unirte a otro. 

Por eso hay estudios que dicen que las personas que viven en pareja son más felices que los solteros. Que ya sé yo que es una tontería de estudio. Pero me refiero precisamente a eso. Que una relación emocional con tu pareja es la más íntima que podemos alcanzar. La más cercana. La que nos llega más adentro. Debe ser por eso, por esa sana necesidad de tocarnos y vernos y leernos. 

Y no. Para eso no vale cualquiera. Me dicen 'sal, llama a alguien'. Pero no es por ahí. Digo ese compartir con los míos. Con esos. Con vosotros.




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