viernes, 25 de enero de 2019

Extensión

Desbordarme. 
Pero tú entendiste taladrarme y claro, todo lleno de escombros y polvo y cenizas cayendo por el abismo.
Desbordarme, como cuando el agua no cabe en la jarra, como cuando el cenicero sabe de mi insomnio, como cuando un estornudo, una riada, ocho millones de placas tectónicas reinventándose.

Desbordarme llena de cosas que no son cosas, llena de estímulos, del vértigo a las alturas a la que están las nubes cuando te enamoras. Desbordarme al desnudarme porque la ropa me inquieta, me aprieta, me esconde. 

Todo eso sentía cuando tú, sin tener ni idea de otros lenguajes lo traducías todo al tuyo, al propio, al oscuro y lúgubre vocabulario de las sombras. 

Desbordarme. 
Pero tú entendías silencio cuando yo hablaba. Y fortificabas cada vez más tus sistemas de defensa y ataque en una guerra que nunca lo fue. 
Y yo llamaba y pedía y besaba y ayudaba y cuidaba al rastro de tu esqueleto cuando huías de mí. 

Pero me querías, decías. Con la boca grande y el corazón pequeño. Con el pene erecto y las tripas vacías. Con muchos adornos y epicentro desierto. Porque era mejor convertirme en mito que vivir conmigo. 

Ahora nadie me abraza como me gustaría. No me limpian las heridas ni me acarician como nunca antes me han acariciado. No hay centinela de mis penas. Nadie me escribe ni me llama ni me ama como para poder comparar lo mal que me quisiste con lo bien que se está ahora. 

Pero sigo desbordada; aniquilaste lo que albergaba pero no la estancia. 

No hay comentarios: