viernes, 25 de enero de 2019

Dibujar o lo que sea eso que hago cuando soy feliz

Allí, entre el micrófono y las viñetas no recuerdo lo que soy, de dónde vengo y qué haré luego. Allí, exactamente por eso, soy, estoy y nada más. Allí, a los lugares donde me lleva el mundo dommcobb, los dibujos, las monosaciones y este amor por lo que hago. Que ya te digo, más que hacer, es amor a lo que es. 

Allí, cuando empezamos y hablamos y me vierto entre los labios sin miedo, sin pedir permiso, abriendo, contando, sin vergüenza ni temor. Ayer había un micrófono pero la semana pasada no y mi voz sonaba alta y enorme. Yo la veo así, salir de mí, abrirse paso, llenar el espacio después de llenarme yo. 

Cuento cosas que me preguntan y me pregunto cosas incluso después de contestar. Y también las comparto. Que quizá esté ahí la llave y otro de los cerrojos de par en par; compartir. 

Yo hago viñetas en casa y soy feliz. Y hablo de las viñetas y soy feliz. Y una lámpara y un reloj y dibujar para que esos trazos terminen siendo un vinilo en la pared de alguien que, en Logroño, ha decidido llenar su hogar así. Yo. Un yo que deja de serlo para hacerse. Y al revés. 

Es todo extraño porque ya he lidiado con todas las emociones del otro lado del péndulo. Y de este lado siento náuseas sin vomitar. ¿Sabes las que son? Ojalá sepas de lo que te hablo. 

Y este es el lugar más mío de todos los lugares que frecuenté. Y es raro y desconocido y se me sale por los costados eso que aún no he catalogado ni escrito ni definido ni apenas contado. Salvo este ínfimo párrafo que no llega ni siquiera a titular de todo lo que podría expresar. 



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