Hombres piedra, hombres lastre.
A todos aquellos que aparentaron poder traernos el viento y acabaron enterrándonos en el más allá del cielo.
Hombres fango, hombres sombra.
Al ejército de soldados que jugaron a indios, a vaqueros. Los que tiraban los dados para ir de oca a oca y tiro en la nuca porque me toca.
Hombres roca, hombres hielo.
A las enredaderas del verso, a los que nunca alcanzábamos por más que corriéramos.
Hombres miedo, hombres llanto.
Aquellos que nos obligaron a ser salvajes, fieras, dueñas de nuestro destierro; recogiendo restos, prendiendo el fuego.
Querer morirnos del todo y aprender que bastaba con amar la parte de nosotras que más muerta estaba.
2 comentarios:
Y a veces, pocas veces, todos los hombres en el mismo.
Y yo lo conozco
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