domingo, 11 de noviembre de 2018

Llueve

Me acostumbré a vivir sin pedir. Solo lo hago de vez en cuando, por la noche en mi cama con la sábana tapándome hasta la cabeza. Ahí pido ser y estar y tener no sé qué. Enseguida se me pasa porque hace tiempo que sé que la película no funciona así. Que cuanto más me empeñe en querer lo que no está, más dolor sentiré cuando no llegue, cuando no aparezca, cuando me estrese corriendo alocada hacia el futuro donde quizá sí, lo tendré. 

Luego hay ratos como este. Aparece una idea, luego dos, luego tres, y ahora, ya ves, la cabeza llena de títeres. Si estuvieras aquí, si hiciéramos el amor, si hubiéramos aprendido a cuidarnos. Los dos me refiero. Bueno, vale, tú, que yo eso ya sé hacerlo.

¿Sabes todas esas escenas de películas americanas que ñiñiñi? Pues esas. Y ni directora del cuento ni actriz principal, es como verla en netflix sin que ni siquiera funcione el pause en el mando.

Un porculo, vamos. Una jodienda. Otra ola que arrasa con este momento llevándose lo aparentemente construido hasta hoy. Aunque sepa que es mentira, se lo lleva, vaya si se lo lleva. Hasta que la calma lo vuelva a traer. Digo yo.


1 comentario:

El Árbol Rojo dijo...

... y títeres llenos de alma ... en fin ... ay!
Cuidémonos, cuidemos ... y... dejemos que nos cuiden ... <3