jueves, 18 de octubre de 2018

Por eso las lágrimas saben a sal

Hazlo como haces con las olas del mar. Las ves avanzar y corres hacia la orilla y llegas y pisas y tierra firme en la puntita de los pies.  

Hazlo como haces con las olas del mar. Te alcanzan y lo único que haces es saltar un poco y ver cómo te traspasan y continúan hasta romperse mientras sigues en el agua, quieto, inmóvil, con tus pies bien anclados al fondo. 

Hazlo como haces con las olas del mar. Te pillan nadando y te asolan y te sumerges y tragas tanta agua que cuanto más luchas, más tragas. Algas, polvo, arena, sal. Y te quedas quieto y sabes que cuanto más bracees, más agua y más polvo y más arena y más sal. Y sueltas y la ola te mece y te lleva donde te quiere llevar. 

Hazlo como haces con las olas del mar. La tristeza es agua, a ver por qué te crees que te dan tantas ganas de llorar. Pues así. Dejarse llevar cuando más tristes estás es el único remedio que encontré para salvarme, para que el destrozo no fuera tal, para no cansarme ni ahogarme en el intento de no querer llorar. 

3 comentarios:

Laura dijo...

El mar.... como lo echo de menos.... este año no he podido pisarlo ni una sola vez.... pero he llorado (muchas veces) eso compensa? ;) saludos

El Árbol Rojo dijo...

Me apunto ... me dejo llevar ...

Nebroa dijo...

Hola Laura... Quizá sea precisamente que como no podías ir, tú misma te lo creaste! Qué listos somos! No podemos pasar sin lo que amamos!! :)