lunes, 28 de septiembre de 2020

Desvaríos

 Nunca podré enseñarte nada, si es que hubiese algo que transmitir, nunca podré, sin tu voluntad, hacer crecer las flores en el fondo de tu océano. Nos servimos, todos nos servimos para el viaje individual hacia el centro, es como componer una aventura entre muchos pero a la que solo puede ir uno. 

Nunca podré convencerte de nada que no tengas o intuyas o sientas, nunca podrán colarse 'mis' ideas por tus rendijas, como esos juegos en los que un corazón entra por el hueco con forma de corazón, y el triángulo en su forma triangular y el cuadrado en el cuadrado. 

Mis ideas no son las tuyas, mi mundo es solo mío, creado y construido por y para la forma que se hace a la vez que respiro. Y lo mismo te pasa a ti. Compartimos territorio y nada más. Cuánto te necesito para encontrarme, para crearme, para ser. Cuánto nos necesitamos. Pero es una necesidad sana. Nada más. A través de ti me conozco. Qué sería de mí sin nadie en lo alto de una montaña. Qué manera de reducir lo extenso sería esa. 

La vida me parece tan apabullante a veces que, justo ahora, en este preciso momento, quiero dejar de escribir para maravillarme una vez más del todo que no logro percibir. 


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