domingo, 20 de octubre de 2019

Deshabitados

De los pasos en el pasillo queda ahora este silencio, de tu boca abierta dejó de salir mi nombre, de las toallas cuelgan fantasmas que no las necesitan porque ya no se mojan. 
Han caído las buenas obras con las que mejorábamos el mundo, el amor bien hecho, o a medias, con el que poblaban la tierra dos personas más felices que un poco antes. Por la puerta de la entrada solo entro yo, a destiempo, a malas horas, el alcohol en el felpudo y en el marco y en las llaves que cierran este ataúd de carne, llanto y huesos. 

Te recuerdo para llenar la despensa. Hay un suelo huérfano, un sofá bien terso, ni un solo pelo de tu barba hace bola en los lavabos. Se han caído los vasos, los platos. Nada se ha movido de los armarios pero anda todo desparramado. A las nubes le falta el color blanco y los pájaros me hacen cortes de manga desde los inmensos árboles que ya no me importan. 

Qué vacío anda este edificio, cuarenta y cuatro años construido y tras unos meses desde que te fuiste, parece llevar los mismos deshabitado. 

Es tarde, es de noche, está terminando el verano en el que una vez creímos. 



2 comentarios:

K dijo...

Haciendo un poco de arqueología bloguera he vuelto a caer aquí después de yo qué sé los siglos. Y sigues aquí, y leo esto y pienso en decirte cosas, pero qué te voy a decir, a nuestros años. Pero he pensado que pasar, y pensar en decir algo y no hacerlo tampoco estaba bien.

Nebroa dijo...

Holaaaaaaaaa!! Amo lo de 'pienso en decirte cosas'! Si supieras todas las que te contestaría yo! jaja