Creo en el amor por encima de todas las cosas.
Aunque mejor explicar qué son las cosas y qué es el amor, porque claro, vamos llenando la boquita de piñón con esas frases-titular y luego cuando te asomas a la traquea hay más eco que en todo el everest.
Las cosas son lo que hacemos, no eres lo que haces por más que te lo diga internet, no somos lo que pensamos por más que los filósofos blá blá blá. No soy lo que hago aunque claro, tiende a la confusión porque es solo eso lo que ves.
El amor es lo que hay detrás, lo que mueve mis manos cuando conduzco. El amor de las flores creciendo. No sé si me entiendes. El amor el viento agitando las olas donde luego meto los pies. El amor esto que escribe, que no tropieces en el escalón, hacer la digestión, la respiración.
Creo en ese amor dándose por los rincones, por los balcones, en los párpados y en las mejillas sonrojadas de un bebé. En la carne muerta que no deja de cambiar.
Y dentro de todo eso, el amor a, de, con, entre dos. Mirarnos y entenderlo, conocerlo, saberlo, sentirlo y vivir ahí. Te miré así cuando nos vimos. Reconocí todo este rollo que cuento. Nos quedamos a oscuras luego, pero sigue habiendo luz a mi alrededor. Está todo lleno de luz y te sigo viendo como veo esta tontería de publicación.
2 comentarios:
¿Un amor biológico, tal vez? Disculpa la intromisión.
Entre otros, supongo :) Hola!
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