sábado, 6 de abril de 2019

Cerillas

En la cárcel hay un sofá rojo muy cómodo. Dentro de la jaula los columpios se columpian alto, un vaivén lento y sosegado hace de trampolín al verano. 

Al abrigo de la prisión se han acercado mis sueños. Dentro de este sistema de cuerdas ahogándonos hay bares que cierran tarde. Están llenos de gente con las mismas ganas de volar que todos.

Me voy allí, a pedir caricias y abrazos. Dormir pegados, una espalda con diez dedos paseando. Sexo de ojos abiertos, sexo húmedo porque dos están llorando mientras lo hacen. Mirarnos.

Qué carentes de miradas andamos. 

En este árido mapa tan lleno de horarios, de fines de semana, de puentes entre festivo y festivales, siempre hay un rebaño de ovejas descarriadas buscándonos. Hacemos del lunes un sábado cuando nos encontramos. 

En medio de este valle de lágrimas por morirnos estando vivos, hemos encontrado un remanso, cada cual el suyo; yo escribo esto, tú dormir largo, otros disfrutan en los estadios. Es así como no nos quedamos a oscuras aún cuando todas las luces se han apagado.

No hay comentarios: