lunes, 5 de noviembre de 2018

Retiros

Si coges un trocito de espacio, de tiempo, si como hogar escoges la cueva íntima, personal y solitaria, si te apartas e inundas de montaña el salón de tu casa y escribes y tocas y escuchas música y apagas el teléfono y te relacionas por señales de humo denso, silencioso, que sea, digo yo, para salvarte de los huracanes y de la tempestad. 

Que sea para plantar flores justo en los rincones que más secos se hayan quedado. Para oler a primavera, para sanarte, para admirar las heridas, para recolectar algo de leña por si luego, el lunes, fuera de la cueva, viniesen de nuevo los fantasmas laborales a estropear lo que forjaste. 

Pero si coges ese trocito de espacio para todo lo contrario, para remover la arena sólida que ya había cogido asiento, y para abrir de nuevo los armarios en busca de tu colección de látigos, si en la cueva dejas entrar tus más oscuras ideas y te lanzas desde la cumbre de la montaña al vacío íntimo y personal, escucha lo que te digo, no lo hagas más.

Que los oasis son para amarnos, para plantar palmeras, para llevar agua fresca. Los oasis son para coger fuerza, encontrar la alegría, para moverte ligero por la existencia. Para perdonarnos, para entendernos, para abrazarnos, para darnos el visto bueno, para soltar peso. 

Lo otro es como si alguien sano entrara en la unidad de cuidados intensivos para ponerse enfermo. Y tú no estás enfermo. Ni loco. Tú eres agua limpia, ganas y el protagonista del juego. Y para eso este texto, por si las sombras no te han dejado recordarlo. 


2 comentarios:

El Inocente dijo...

Permiso.
TRANSPARENCIA HABITADA:
Aquí me quedo sin casa, sin pudor,
sin vergüenza, sin intemperie,
sin descampado de viento, otros sones
no me tientan, sin cuerpo,
sin mi transparencia violenta.
Me quedo porque contigo lo tengo todo
y lo ajeno se difumina a otro tiempo,
ausencias habitadas, opacas de otros seres,
que dejan huellas perecederas.
Ya no sé a qué sabe una flor con tu nombre
ni si el viento pasa y se despide.
El sortilegio del destino se va cerrando,
y sus espadas como cuchillas de dientes
que me ruedan sentidos que a ti me ligan.
Avanzo sin permiso
los campos de abrojos
y cardos, se agrieta el sendero
yo al timón, del sentido de vida osada sin despedida
por esta vez,
las condenas siguientes
no alcanzo a imaginar.
Solo quiero lluvia precoz que reviva los charcos,
seguiré sin elegir nada
mi destino hinchándose,
como cebolla un día en agua
como apartar la vista
y seguir viéndote,
no quiero más vidas que sin la tuya
todas me parecen inertes sucesiones
de difuntos que no germinan.
Sólo suben la escala.
2/01/2018

El Árbol Rojo dijo...

eres, eres, ¡ somos agua limpia... <3