domingo, 28 de enero de 2018

Lágrimas en punto de cruz

Viva, como el aceite de las aceitunas, como los campos, como el verde, como los girasoles girándose. Tan viva, tan llena. 
Quién iba a decirme a mí esto. Estas cosas. Que me tiemble el corazón entre las grietas, que la luz se cuele, que se podían levantar tantas alas. 
Quién, dime, quién, soltó las riendas, abrió la cárcel, quién iba a renacer tan dentro, tan hondo, tan plena. Viva, como los almendros floreciendo, como todas esas cosas bellas que recuerdo. 

Tan viva, tan llena. 

Yo, esa yo antes muerta, ahora tanto cielo y con tanta tierra abierta desmembrando semillas como experiencia. Un águila, un ciprés, una docena de espinas en cada rosa. Sin daño, sin mancha, sin pena. 

Viva, como las lágrimas saliendo por todas las fuentes, como los hilos del llanto en un cuadro, como un bordado con las cicatrices que ya no duelen, que ya no sangran, que sólo marcaron este trozo de piel en este continuo parto.

La vida. Y yo tan viva en ella. 


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