jueves, 30 de agosto de 2018

'Ada' madrina

Nos reconocimos el primer día, cuando nació. Un poco antes yo ya sabía qué. Seguramente ella también, pero como los ombligos aún no llevan altavoz, no me lo pudo decir desde desde dentro de la panza. Se llamó Ada, y a mí me llamó tita algunos meses después. O un año, qué más da. 
Formamos equipo desde el minuto uno; saltamos al campo, decidimos volcarnos en la vida y jugar hasta morirnos de risa y de miedo y de aburrimiento y de ganas de morirnos muchas tardes cuando nadie nos ve. 

Somos una delantera mítica. Ella ahora juega en Holanda, estudia no sé qué de derecho europeo internacional interplanetario e interestelar, supongo que para enderezar los días que a veces, aquí, en la Tierra, se tuercen y se desparraman.  

Hablábamos tanto... y hablamos tanto... y hablaremos tanto... De esas conversaciones que se ríen de las palabras, que se saben más allá de lo que se diga y se cuente. Más allá de lo que se comunica en ese verbo tan pequeño que conforma el lenguaje cuando dos almas ya venían cogiditas del corazón. 

Estoy aquí para todo lo qué. Sabiendo que no sirvo de nada, que no me necesita, que no depende, que no soy más que la presencia externa del diez por ciento de lo que ya lleva dentro. Y está. Ella está para que yo me deleite en los milagros de la existencia, en la magia de la vida cuando se despliega a través de ella. 

Holanda está lejísimos. Pero Ada siempre está aquí. 



1 comentario:

El Árbol Rojo dijo...

Jo!! Que hermoso ... si algún día pudiera ser lo del karma y volver , me pido ser y regresar de alguna forma parecida a sobrino/sobrina tuyo y poder leer estas palabras ....<3 ay!