domingo, 18 de marzo de 2018

Asombro

En la punta de tus pies diez alondras despiertan alborotadas. 
La hierba cosquilleando tus rodillas. 
Los muslos laderas fecundas donde la primavera espera parirse. 
Una vez, otra vez, y otra vez de nuevo. 
Tienes piernas, una, dos, carne, titanio. 
Tuyas. Tuyas son tus piernas. 
Hay una montaña rodeando una cueva; el sexo de lo íntimo, lo profundo de la entrega. 

Eso es la vida que transitas, la individualidad tuya, la independencia vertida entre todos los vientres y ombligos alrededor del aire que respiras. 

Un pecho latiendo, un estómago rugiendo. 
Y el bazo, y el páncreas, y la bilis simbolizando el miedo. 
Eres más vida que toda la vida junta. 

Dueño del cuello, de la nuca que besas, de la piel más suave de todas las pieles que culminan tus orejas. En la cumbre una cabeza concentrando el oxígeno que llena lo que, osados, aún llamamos vacío. 
Ella, la mente, tan invisible, tan voraz, tan asesina a su conveniencia. Tan olvidadiza. Y tan fresca. 
Eres dueño de las alondras. Y de todas las raíces que permiten que te sueltes el pelo como millones de cometas floreciendo. 

Eres. 

¿Sabes algo del milagro del que estoy hablando? 
Porque lleva tu nombre, y el mío y el de los otros que navegan en esta alfombra mágica llamada tierra. 

Eres. Y tú ahí, sin darte cuenta. 



2 comentarios:

El Árbol Rojo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
El Árbol Rojo dijo...


Muy hermoso...

y, si, a veces no nos damos cuenta...