sábado, 28 de abril de 2018

Lo que más abunda en un cuarto saturado de trastos es el espacio

Todas las puertas están abiertas, todos los caminos conducen a castillos hinchables con forma infinita. Todos los pasos, los frentes. Hay entradas por todas partes, izquierda, derecha, centro. En los rincones se esconden mundos que aún no conoces y que por esa absurda razón crees que no existen. 
En la lucecita verde de los semáforos siete hombres andan diciendo 'vente, salta, prueba, comprueba, experimenta'. 

Si quieres. 

Mi existencia es un pórtico hecho de espacio. Nada le da forma, no hay bloques, no hay cemento, no hay cumbre, cimientos, andamios. Toda la existencia es un vestíbulo de entrada a todas partes. Y sólo hay una cosa que me da acceso a todas ellas: la libertad. 

Si quieres. Si sabes. 

En las afueras de ti las barreras abundan, las trincheras, los escondites, los mecanismos de defensa y la extraña exigencia con la que nos amargamos la vida. Están las cuevas y el miedo y tu idea de la perfección y de la originalidad que tan mal te sientan. 
El no se puede, el no sabes, el no vales y el siempre se ha hecho así y así lo vamos a seguir haciendo. Y perpetuando. Y destrozando. 

Si quieres. 

En el ahora mismo caben todas las posibilidades internas que seas capaz de albergar. Y cuanto más libre sientas, y cuando más libre te dejes, y cuanto más libremente dejes de hacer caso a tus certezas y creencias y etiquetas y eslogan y cajones de mierda, más sagrada será tu existencia. 

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