lunes, 30 de abril de 2018

Déjame en paz, le digo al espejo


No tengo nada que buscar que esté ahí afuera. No quiero recompensas, premios, resultados. No quiero obtener nada de mi recorrido aquí, no quiero esfuerzos, sacrificios. Yo sólo quiero ser. Ser lo que sea que esté siendo, pasándome, atravesándome. Yo sólo quiero esto, este ahora. Quiero un teatro en el que divertirme y aplaudir en cada acto sin esperar a que termine. Las tragedias ajenas, el drama interno que me cuento para no sentirme perdida. Como si acaso no lo hubiésemos estado siempre. Quiero el resurgir de un río y el derrumbe de todos los cimientos en los que me mantengo. Quiero ver la aniquilación de una mente podrida de laberintos y vértigo que no se cansa de poner carteles encima de cada una de las cosas que suceden. Quiero la lluvia y estas líneas y el sabor del chocolate derritiéndose. Quiero merterme de lleno en la lava y saber, desde lo alto, que nadie se está quemando por mucho que me ardan los dedos. Quiero esto, lo que está sucediendo. 

No tengo nada más que buscar ahí afuera. Lejos, al lado. 
Yo sólo quiero ser. Lo que sea que esté siendo. 



sábado, 28 de abril de 2018

Lo que más abunda en un cuarto saturado de trastos es el espacio

Todas las puertas están abiertas, todos los caminos conducen a castillos hinchables con forma infinita. Todos los pasos, los frentes. Hay entradas por todas partes, izquierda, derecha, centro. En los rincones se esconden mundos que aún no conoces y que por esa absurda razón crees que no existen. 
En la lucecita verde de los semáforos siete hombres andan diciendo 'vente, salta, prueba, comprueba, experimenta'. 

Si quieres. 

Mi existencia es un pórtico hecho de espacio. Nada le da forma, no hay bloques, no hay cemento, no hay cumbre, cimientos, andamios. Toda la existencia es un vestíbulo de entrada a todas partes. Y sólo hay una cosa que me da acceso a todas ellas: la libertad. 

Si quieres. Si sabes. 

En las afueras de ti las barreras abundan, las trincheras, los escondites, los mecanismos de defensa y la extraña exigencia con la que nos amargamos la vida. Están las cuevas y el miedo y tu idea de la perfección y de la originalidad que tan mal te sientan. 
El no se puede, el no sabes, el no vales y el siempre se ha hecho así y así lo vamos a seguir haciendo. Y perpetuando. Y destrozando. 

Si quieres. 

En el ahora mismo caben todas las posibilidades internas que seas capaz de albergar. Y cuanto más libre sientas, y cuando más libre te dejes, y cuanto más libremente dejes de hacer caso a tus certezas y creencias y etiquetas y eslogan y cajones de mierda, más sagrada será tu existencia. 

sábado, 21 de abril de 2018

Y dejamos de ser libres cuando nos ponen los primeros zapatos

´Y esa es mi historia´ señor viandante desconocido al que he parado por sorpresa cuando he bajado a la calle, descalza, a fumar un cigarro para salir de la cárcel del 3º izquierda. 

¿Cómo es vuestra celda? La mía tiene cortinas blancas que se mueven cuando hace viento y está llena de libros que sí he leído, no como esas familias de presos que tienen estanterías llenas de cuentos que jamás han sido bebidos por un buen par de ojos humanos. 

¿Cómo es vuestra celda? decía. En la mía vive también mi ex; llegamos a un acuerdo hace unos meses y míranos, convertidos en dos quinceañeros compartiendo prisión. ¿No querías frescura, alma mía? Sus padres también viven con nosotros y si aún no os parece llamativa e interesante la narración de mi crónica, os diré que también mi cuñada hace cola por las mañanas en el único baño que compartimos los cinco. 

Estoy segura de que el otro día fue ella la que me extravió los papeles del paro, porque esa es otra, en mi celda hay muchos documentos e informes y folios llenos de letras extrañas firmadas por los bancos pero ¿dinero?, ¿esos billetes de color pastel con cifras redondas? Nada. ¿Y en la vuestra? De qué está compuesto vuestro calabozo en el que os aisláis creyendo que en ese rincón os salváis del inhóspito mundo exterior? 

Tengo que subir ya, me esperan para la cena, tortilla de patatas y pare usted de contar. ¿Le apetece subir, señor viandante? Está hecha con huevos frescos, sanos, naturales, de gallinas libres. Justo lo contrario a lo que sentimos los cinco presos del 3º izquierda. 

lunes, 16 de abril de 2018

Ser

El arte me salva, como si hubiera algo que salvar. La música, la escritura, pintar y hacer el amor. Todas esas cosas 'me' salvan' digo, como si en realidad hubiese dos únicas cosas en el mundo; Yo y todo lo demás. 

Hace pocos días, quizá quinientos, que empecé a comprender: ¿y si en realidad no hubiese un yo y todo lo demás y simplemente existiese eso que experimento? Hay experiencia, hay pinceles, versos, cuerpos y canciones. Hay eso. Nada más. Alguien se ha inventado que más allá de la experiencia hay un yo que la vive y que además hace cosas con ella: aprender, madurar y mierdas parecidas. 

Y con esto, amigos míos, es como uno empieza a volverse loco y despega los pies de la tierra. Así es como yo podía (y puedo) enredarme en conceptos, titulares, conclusiones y espasmos laberínticos y acabar más en la mente que en el suelo. Así me iba, claro. Así de pobre era toda la experiencia. 

Ahora que el tiempo no importa, que el antes, el después y lo de en medio son sólo meros conceptos para que podamos pagar el iva, una multa, presentar obras de arte a los concursos y celebrar cumpleaños, vivo más en el ahora mismo y menos en los inservibles planes. Los demás creen que me va peor, pero nunca me sentí tan viva como ahora. Si es que a la vida le importa cómo me siento yo

viernes, 13 de abril de 2018

Estados de enajenación mental

Hemos abierto los canales del sur de la ciudad, el agua arremete contra la sequía que antaño nos secó las raíces. Hemos abierto las ventanas y salpican las gotas por encima de las expectativas. 
Hemos abierto el desván, estaba todo lleno de rotuladores de colores, de óleo, de acuarelas, de lápices de carbón. La tinta se derrama desde dentro hacía todos los rincones que pueden verse. 

Hemos abierto el corazón, tan laberíntico que se creyó, resultó ser una ladera de espigas mirando al sol, un recipiente hermoso abierto por los cuatro costados. 
Yo sólo quiero estar abierta, como las ciudades sin fronteras, como los pueblos que acogen ojos y risas y piernas y ropa nueva. Yo sólo quiero ser espacio abierto, un filtro formado únicamente por agujeros. Yo sólo quiero ser el aire que va y viene a traerme el tesoro que siempre soñé. 

Hemos abierto el trastero de los versos, hay espuma y viajes y aventureros dentro que necesitan, por fin, volar. Yo sólo quiero ser eso, seguir abriendo, seguir existiendo, seguir sirviéndole a la vida de transporte urgente para los de alrededor. 

En un espacio que desconozo habita todo lo que deseo. Buen alimento, bolsillos llenos, un yo abundante que se despliega por las calles, en las aceras, en los semáforos verdes y en los que aún no se han puesto en rojo. Yo sólo quiero reventar el dique, quitar mis manos del centro y dejar que pase la vida más vida de todas las vidas. Quieres pintar, quieres escribir, quieres correr, quieres jugar. Aquí me tienes, justo en el centro de un lugar al que no pertenezco. Soy eso, la vida más vida de todas las vidas. Expuesta. Sincera. Y por encima de todo, transparente. 

Doctorado en lecciones inservibles

¿No ves que nadie tiene idea de nada? ¿No ves que fingimos saber algunas cosas sueltas para creernos estables, seguros, fuertes? ¿No ves que no sabemos nada y nos vamos inventando que la vida es una escuela en la que aprendemos?. Dime una de las lecciones aprendidas que te haya servido para algo. Dímelo de verdad, no con la primera frase hecha que acabas de ver en internet. 

- Aprendí que los amigos son pocos. Bien. Una vez que tenemos el titular, dime, pequeña joya del museo abierto, infinito, efímero y fugaz de la vida vital, de qué sirvió. 
- Para no confiar del todo en quien se acerca diciendo que... Vale, esto no. 
- Para saber que... no sé, para saberlo. 

Pues vale, ya tienes un dato más en las estanterías neurológicas de tu cerebro. Pero sigo ahondando, ¿para qué sirve ese dato, el de al lado y del cajón de abajo?. 

- Aprendí que el amor no dura para siempre. 

Apuesto a que puedo presentarte a un humano al que sí le duró para siempre. ¿Qué mierda de lección es esa que con una sólo experiencia ajena puede quedarse en nada?. 

Yo qué sé. Aprender, aprender, aprender. Qué aburrimiento, de verdad. 
Desaprender, desaprender, desaprender. 
Mira, ésta me convence más. Desaprender lo que creías saber. Vale, bien. 

Lo que intento decir es que, en el fondo de los fondos, más allá de las lecciones, argumentos, titulares y noticias que vamos descubriendo, sigo sin verle la utilidad. ¿Es acaso mejor la vida una vez que sabes tanto?... ¿Acaso no duelen las cosas, no sigue habiendo tristeza, alegrías, borracheras, ternuras y abismos?

Eso. Vale. Aprendamos, desaprendamos, hagamos lo que nos dé la real gana, etiquetemos las experiencias como nos apetezca... Pero ay, no te olvides de que este momento, este puto momento, es lo único que, en realidad, tenemos. 
Este jodido ahora que acaba de irse. 
Y este otro que recién llega. 
Sólo eso. 
Todo eso. 




domingo, 8 de abril de 2018

Puedes irte? Quiero estar en buena compañía


En el tiempo en el que uno puede mirar el amanecer diario, otros ojos se divierten en los bares de abajo. Pero estamos juntos, en la misma alfombra. Compartiendo espacio, aire, oxígeno. 
La atención es tan íntima como las huellas dactilares. Individual.  


Uno puede soñar con el amor y las flores, con la muerte y los sucedáneos en esta tierra y tener enfrente a un individuo que piensa en sus zapatos, en el color de su chaqueta y en el dinero que, dentro de unos días, tendrá en el bolsillo izquierdo de su camisa color azul.

Todos convivimos, todos deambulamos el mismo vacío y lo vamos llenando de versos o angustias. De temores o valentías envueltas en cartón piedra. De pinturas en acuarela o de cervezas.

Coincidir. Qué bonito milagro. Ajustar los tiempos, las miradas y que el tono del color azul sea igual de transparente para dos. El egoísmo como bandera nos lleva a desencuentros y espasmos de los que ya no vamos a poder volver. Abrir el alma a alguien y que alguien vea lo mismo que muestras tú. Las banderas del tiempo nos ahogan cuando se comparten jirones de este ahora que a veces sólo es agrio para una de las almas implicada en el teatro.

Derribar las causas, dejar de buscar razones, ahuyentar la persecución del cambio ajeno y rodearse de flores que huelan como tú. No hay más que eso. Si quieres que el mundo huela a ti, supongo que ese es el jardín que te gustará encontrar.

A mí sí, me gusta ese olor. A veces me gusta ese olor, el mío. Hay dos personas con las que coincido a la hora de destripar cualquier verde, o azul o transparente. Y ambas están lejos, en países de agua y ciudades de mar. Yo, aquí, tengo un espejo, un escaparate, la ventanilla de mi coche, algún charco limpio en las aceras y la parte de mí que conseguí desdoblar para no sentirme tan infinitamente sola como ahora. 



sábado, 7 de abril de 2018

Olas rompientes que no rompen nada

Y como bandera un rincón al que nadie acceda, un abrazo, caricias a mi propio pelo, susurrarle a mi alma las cosas más bonitas que he inventado. 
Como defensa levanto mis armas, los besos, las caricias y todos los eslabones que me deja este amor encadenado, el propio, el invencible, el eterno. 
Tengo como patio siete flores cayendo por mis hombros, me acoge el amarillo de unas pupilas agrietadas por los golpes ajenos. Nadie va a poder vencerme. Nadie va a poder gobernar mi tiempo, mis caballos, el rancho, mis espuelas. 

Protegeré, sin uñas, sin dientes, este espacio sagrado. Recogerse ante los golpes, hacer de mi cuerpo un feto intocable. No vas a cargarte mis tiempos, mi ánimo, mi barco. 

Tú como mar enfurecido azotando la eslora. Yo el desierto que el agua no toca. 
Corre, tú corre con espías persiguiéndote. Yo estoy a salvo aquí, quieta. 


viernes, 6 de abril de 2018

Nómadas

Podía verte desde los tejados más altos. Podía verte danzar entre las ruinas de tus castillos en el aire donde nos íbamos a vivir alguna madrugada de sábado, borrachos, con los ceniceros desbordando todo el humo de nuestra historia. 
Podía verte desde la maleza donde me escondía de un futuro contigo entre el humo y el humo y más humo. 
Desde allí, todos tus pájaros volaban en jaulas. Tu pequeño corazón que quería ser grande, extenso y abierto me daba de comer pepitas de maíz. Pequeñas. Pequeñas. Más pequeñas. Fui tragándolas todas sin conseguirlo. Toda la garganta llena, ni la cabeza del aire pasaba. Entre las acuarelas los trazos negros; un día yo, ya verás, qué felicidad. 

Después los entierros. Los nacimientos. Volver a morirte y nacer, a medias, de nuevo. 

Ahora los castillos son tiendas de campaña para la ocasión. Se izan las velas de nuestro hogar cuando nos vemos. Se bajan en las despedidas. El amor es un espacio temporal de emociones eventuales. Y qué bien que sea así. Lo otro era como creer que los dinosaurios aún no se habían extinguido y que yo, además, era uno de ellos. 




lunes, 2 de abril de 2018

El verde de la verdad

Lo malo del despertar es no volver a soñar con canciones de amor que no terminan mal. Lo malo de saber que todo es sueño y que los sueños, ilusiones son, es que ya no huelen los tulipanes a flores, ni la lluvia te moja ni las tormentas te asombran. 
Lo malo de saber que las madejas de la mente están hechas de hilos invisibles es que cuesta subir a un barco donde el agua sea agua, donde el timón se deje llevar y las sirenas naden como musas para los poetas. 
Lo malo, lo malo, lo malo. Que el paraíso, que las cadenas, que los vaivenes, que todo eso ya no lo es. 
Que al menor atisbo de vértigo, viene esta presencia constante a cargarse lo que no es perdurable. Este mundo, las historias, las trágicas experiencias y los futuros que tanto anhelé. 

Lo bueno de que te dé todo igual es que los dramas se desvanecen, que aburren tanto las ruedas de una mente desbocada que ya ni caballos, ni amazonas, ni jinetes desvalidos pidiendo auxilio. 

Lo bueno es que ya no me duermo en la primera página de cualquier cuento contado con sinceridad. Lo malo... quizá... que las emociones han dejado también de ser lo que parecían: verdad.