domingo, 25 de febrero de 2018

Los opuestos son parte de lo mismo

No es justo, decía mientras cogía un caramelo de la mesa auxiliar de la esquina. 

Los del tanatorio saben que los caramelos de colores distintos con sabores iguales logran aliviar los malos tragos. No es justo, decía mirando al frente, hablando con el espíritu imaginario que debe mover los hilos, las riendas, el de los finales aleatorios para la vida que creemos tan nuestra. 

Ramón, tienes suerte todos los días del año, de este y de los anteriores. Tienes suerte los lunes, los miércoles, los tristes domingos por la tarde. Toda una vida de suerte, respirando, andando, tragando. Con toda esa gente a tu alrededor que te quiere, que no te abandona con el primer tren que pasa. Todos esos alimentos en la nevera, tus pantalones preferidos planchados en el armario. Porque tienes luz, Ramón, a través del enchufe y en el corazón. Tienes la luz del pasillo, los ojos de Elvira y todos los problemas que te inventas y que después se solucionan. 
Él se ha ido. Hoy. Un día llega y se te muere en un accidente. Y dices que la vida no es justa. Que te llena los bolsillos de hilos sueltos, de flecos al viento, de soles de invierno, de lluvia fresca, de tristeza, de dolor de mandíbulas por risas efímeras, de los guisos de tu madre, de los ríos corriendo, del mar esperando. Que no es justa, Ramón, que no es justa. Como si vinieras con derechos, con varios merecimientos escritos en tu sangriento cordón umbilical. Esto es la vida, Ramón, yendo y viniendo. ¿Lo entiendes? Da igual, tanto si lo entiendes como si lo rechazas, todo va a ocurrir igual. Te llega, creces, te transformas. Sólo se trata de eso, de admirar el desastre inigualable alrededor mientras tú, milagro andante, formas parte de todo esto sin tener ni la más remota idea de porqués ni ni cómos ni cuándos

No es justo, dice Ramón, el caramelo rosa debería saber a fresa y no a esto tan amargo. 



1 comentario:

Bubo dijo...

En un tanatoria no debería haber caramelos. ¡Como van a endulzarte en un tanatorio?
Café, solo café. Los tanatorios tienen casi siempre los mejores cafés.