jueves, 4 de enero de 2018

Volver y otras huidas

Si yo fuera un poco más naturaleza y menos carretera. 
Si yo fuera verano, invierno, las olas del mar que se mueven en las fotos. 
Si yo fuera al menos el viento, más calma. 
Esa nube de la izquierda, la que se ve más blanca. 

Si yo fuera la tierra sobre la que construyen una tienda. 
Y el pico de un águila, ya ni siquiera pido ser alas. 
Si yo fuera un poco menos farola, linterna, una vela. 

Si pudiera ser el sol que salía del agua. 
Un vuelo. Tan solo uno de ellos.
Menos aviones, más hormigas. 
Si yo fuera una hoja que se cae. 
Otra que revienta de vida en la copa del pino. 
La savia. La raíz.
Dejar de ingerir jengibre para ver si así, de una vez, sí. 

Si yo fuera verde por dentro, azul, abril. 
La arena de diciembre no se queja del frío. 
Yo sí. 
Si yo fuera no tan densa aunque me convirtiera en piedra. 
Menos peso. Menos piernas. Menos cabeza. 
Sobre todo menos cabeza. 

Si yo fuera un poco más naturaleza y menos aceras, bordillos, una nevera. 
Oh, si yo fuera humo y antes la leña. 

Envidiaría a los que oyen latir dentro un corazón. 
Y querría tener uno, bien grande, bien crudo, bien sano. 
Como el mío. Como el de ahora. 


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