jueves, 4 de enero de 2018

Meter al pez en la jaula

¿Qué era la autenticidad? ¿Lo recuerdas? ¿Cómo era aquello? Seré siempre fiel a lo que siento, pienso, hago. Más o menos así rezaban mis lemas y títulos. Ahora me pregunto, a veces, si sigo siendo aquello en lo que creí. 

Autenticidad. 

Se me olvidó mencionar, por aquellos tiempos, el modo en el que influía el entorno para que uno pueda desarrollarse así. 
Ser auténtico. Qué gilipollez, pienso ahora. 
Yo lo soy, en mí, conmigo. Dentro. 
En realidad no sé si lo soy fuera. 

Si pudiera elegir, si la vida fuese la mierda de lienzo en blanco de la que hablan las tazas de mister guonderful, nosotros estaríamos en la orilla de algún mar pidiendo un café. Y hace muchísimos días que no miro la cuenta del banco a ver si está ya a cero. Y una vez a la semana revisaríamos los emails a ver si alguien, no sé, si ha pasado algo allí, en este lado del lienzo que ahora tengo. 

Si pudiera elegir la autenticidad sería esa. Lo que pienso, lo que siento, lo que haría si todo ese rollo fuese cierto. 

Pero no. El cero del banco está cerca. Me he hecho un café en la nespresso. El último email dice que debería ponerme a hacer unos planos en vez de estar escribiendo esto. Esta noche cenaré con alguien que no eres tú. Y del mar practicamente no me acuerdo. 

Soy auténtica. Lo soy en medio de un cuento. 

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