miércoles, 10 de enero de 2018

Al alba

Anoche, cuando era tan de noche, de madrugada, con todo tan oscuro, y no oíamos la lluvia de fuera. 

Anoche, en la penumbra de tu cuello cuando soy pequeña, pequeña, demasiado pequeña y me acurruco y mañana madrugamos y quieres quedarte a dormir pero no puedes porque somos mayores, mayores, demasiado mayores con tantas responsabilidades. 

Anoche, cuando tenías sueño y yo te buscaba la mirada de un ojo porque el otro estaba escondido. Tan en horizontal y tan de lado estábamos que la mitad de las cabezas se hundía en lo blandito de los cojines y sólo un párpado, y sólo una ceja y sólo una pupila. 
Anoche, me hice un poco más de día que en los tres últimos meses. 
Y ya no era tan de noche y sí amanecía, aproximadamente a eso de la una y media, cuando te ibas. 

Y me quedé así, amaneciendo, justo cuando me acostaba. 

Aunque te hubieras ido, seguía siendo de día. Por todo lo que dejas y muestras y enseñas sin decir ni una sola palabra de las que yo busco, y pregunto y averiguo y quiero conocer y abrirte el cráneo y obtener respuestas simples y saber qué piensas, qué sientes, qué tienes ahí dentro. 

De día. Fui día anoche. 


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